Si ya una página en blanco puede generar cierta ansiedad, un blog en blanco es otro nivel. La presión de tener que escribir algo relevante para cautivar al lector, que trate de convencer que el contenido que se va a publicar aquí merece la pena, puede ser sobrecogedora. Pero, ¿sabes qué? No pienso quedarme aquí mirando la pantalla tratando de descifrar lo que te gustaría leer en esta primera entrada. En cambio voy a superar la página en blanco, o mejor dicho, el blog en blanco, compartiéndote mi último ejercicio de escritura creativa.
Este ejercicio trata de escribir durante 10 minutos lo que te sugiera una imagen random. Hay páginas especializadas para ello, como por ejemplo https://randomwordgenerator.com/picture.php donde cada vez que le das al botón «Generar imagen random» te muestra una imagen al azar.
Esta es la imagen que me tocó y me parece muy adecuada para inaugurar el blog. Una puerta entreabierta que no permite ver el interior pero que invita a investigar. Así me siento yo, adentrándome en el mundo de la escritura, con muchas ganas de investigar, sin saber bien a dónde me puede llevar.
La puerta
«No tengo idea de cómo me atreví a subir esos peldaños siniestros, pero allí estaba yo, de pie mirando la puerta entreabierta que parecía susurrarme que no debía estar allí. Y aún así tenía un efecto magnético, casi mágico, que me impedía alejarme de ese extraño lugar.
La puerta tenía un aspecto desastroso y encantador. La capa de pintura azul descorchada hablaba de los años que habían pasado desde la última vez que alguien le había dado un poco de cariño. El pomo de hierro retorcido me gritaba que estaba hecho para manos que no eran las mías. No importaba. Alcé mi mano y la posé sobre el frío metal. Un escalofrío recorrió mi espalda. Por un momento estuve a punto de salir corriendo, pero mis pies parecían anclados a la tarima de madera.
¿Qué tenía ese lugar que me cautivaba de aquella manera? Sabía que lo más prudente era marcharme de allí y no mirar atrás. Y aún así. Estiré ligeramente del pomo conteniendo el aliento. ¿Sería cierto todo lo que se hablaba de ese lugar? Tenía que descubrirlo por mí mismo.
Un chirrido anunció que las bisagras estaban cobrando vida. Seguí estirando del pomo y la abertura comenzó a ensancharse mostrando una oscuridad que se podía cortar. Cuando, de repente, algo se movió veloz entre mis piernas. No pude evitar soltar un grito mientras saltaba hacia atrás, pisando el borde del primer escalón. Perdí el equilibrio, sobrevolé los tres escalones y caí con todo mi peso sobre la gravilla del camino. Miré rápido hacia la puerta y ahí estaba, devolviéndome la mirada un gato negro, con la columna curva y el pelo erizado.
Vale. Ese no iba a ser el día de descubrir el misterio. Pero antes de irme de aquel lugar corriendo me prometí a mí mismo que volvería. Pronto. Y con refuerzos.»

Si te apetece saber un poco más de mí y de lo que me ha motivado a abrir este blog te invito a que pases por la sección «Érase una vez». Gracias por la visita, vuelve cuando quieras 🙂